Cimarrón, medio atigrao.
Hubieras entrado
de movida en la Historia Universal de la Infamia de Borges, y con eso ya lo
digo todo. Un gaucho, un desgraciado, un asesino, un rebelde, un prófugo, pero
en la Era 2.0.
Hacés brotar ese
estúpido orgullo provinciano que infla el pecho por la ridícula causa de que
vos eras del pago, pero la verdad es que cuando te pusiste el traje de madera
para volver a tu pueblo por ultima ves, te dijeron Malevito, te vanagloriaron
como gaucho de ley, te compararon con los héroes de la Independencia y tres mil
almas te aplaudieron entre el tierral, pasándose de cabeza en cabeza tu
sombrero y de mano en mano una bandera argentina, cosa que no es para muchos.
Tenías el
destino del héroe de los de pies sucios, un héroe viciado y vicioso, de ese
pueblo que adora a los que la justicia odia por saltearla: Mate Cocido, el
Calandria, “El Gauchito” Gil….el Malevo.
Tu historia era
complicada, un tipo de leyes propias y autoridad excedida, policía duro, de
campo, un asesino de FAL, plomo y monte en los 70, de “Gardelitos” en los 80 y
ajusticiador de los cuatreros de Laguna de Robles en los 90, para terminar
siendo jefe, amado, malandra, prófugo, noticia, trend topic y leyenda.
No hay tucumano
que no se acuerde de tus bigotes y patillas, como cualquier Chacho o Facundo,
que contrastaban con esas camisas negras con parches rojos en las mangas, sombrero
de cowboy, botas y los Wranglers que te daban ese halo de Walker Texas Ranger.
Personaje
completo, con pistola, látigo trenzado y fuga de Tribunales granada en mano.
Y para el final,
un re-final: ¿Acaso hay algo más clásico que la Ley Verde y Federal pisándote
los talones y vos trepado en un mangrullo resistiéndote, agazapado?
Como Butch
Cassidy y The Sundance Kid en Bolivia, pero 100 años y 14 días después
Que escena
Malevo, que escena la puta que te parió: sentado en las alturas, apenas con un
techito de tela para que el sol de San Andrés no te quemase de más. Vos
hablando ante una periodista y despotricando contra el juez y Cristina, amenazando,
diciendo que no te sacaban sano de ahí, mostrándonos con tus convicciones que
todos son una mierda, vos y ellos.
Tus ojos que se
iban para el portón de a ratos, siguiendo a los gendarmes. Los viste, hasta un
ciego los vería, querían que los vieras. Le clavaste la mirada primero a ellos
y después a tu gente que gritaba desde abajo.
Final del último
acto: una frase de amor para tu María, y como el que sabe, en un segundo
montaste la Ballester Molina plateada y ¡Pum! Con sombrero y todo te metiste el
plomazo que te libró del tiroteo con la autoridad, de la cárcel, del circo mediático
y de tu vida.
Cronica TV en
vivo y Youtube para la posteridad, terminaron de hacerte la leyenda, sucia,
sangrienta, parca, asesina leyenda.