19/10/12

Añoranzas.


Alberdi estaba demasiado lleno y la noche era muy joven. Pararon en la vinoteca de la calle Além y compraron dos Ballentines. Pagaron uno cada uno y hablaron un rato con el dueño del lugar, que se escondía entre la oscuridad y las persianas cerradas.
-Los vagos llevan vasos y hielo.-Confirmó el Ruso cuando leyó el SMS que le había entrado.-Pablo y Fran están yendo, Gerardo está ahí.
El club a la noche estaba desierto, años sin pagar la luz hacían de La Querencia un perfecto terreno para encuentros nocturnos.
Juan estacionó a un costado de la cancha, justo en frente de sus amigos que, parados y del pico, compartían una Quilmes.
-¡Ahí llega lo bueno papá!-Dijo Ger agarrando las dos cajitas azules que tenia el Ruso en las manos.
-Gordo, metela de orto así nos sentamos en la compuerta.-Ordenó Fran, el que abarajó en el aire el bulto de llaves que volaba hacia él.
-Dala vuelta vos ura.
Fran sacó arando la S-10 y de un par de volantazos la acomodó como él quería, aunque se quedó sin lugar en la repartida de vasos.
-Son unos culiaditos de mierda loco.
-Calláte putito, tomáte un amarillo.-Dijo Pablo acercándole su vaso.
-¿Le has sacado toda la cristalería de la Rosi no?-Dijo Juan mirando el vaso de cristal tallado que le pasaba el Ruso.
-Ella me ha dicho que traiga estos cuatro.-Refunfuñó Gerardo mirando el vaso de cristal labrado.
-Poné música, cajetudo.-Se quejó alguno.
-Está para que conectés el Bluetooth.
Como en un duelo del lejano oeste, todos sacaron rápidamente de sus bolsillos los celulares y para ver quien conectaba primero. Ganó Pablo.
-¡Si papá!
Comenzó a sonar el violín de Violín del Monte, en la versión de La Juntada.
Violinista de los montes
músico del campo nuestro
se te está yendo la vida
entre zambas y recuerdos
El arco deshilachado
conjuga todo los tiempos
y llora todo los lloros
de la esperanza y el sueño. 
-Ponelo al Flaco cajeta, deja de joder con eso.
Comenzó a la discusión sobre la elección de la música, pero esa vuelta solo hizo lío el Ruso, la verdad era que el whisky venia bien acompañado por folclore bajo la lunita tucumana.
Tu fortuna es de amistad
no sabes lo que es dinero
los sentirse que te animan
están más allá del tiempo. 
-¿En agosto no es cuando se mueren todos?-Dijo bastante colgado Fran, despues de agarrar el vaso que le estiraba el Ruso.
-Así dicen, che.-Afirmó Juan.
-Eso es de viejas del campo, ustedes son unos pelotudos.-Puteó el Ruso.
-Claaa, ¿querés estadísticas?-Juan levantó la voz como solía hacerlo cuando hablaba entre sus amigos.- ¿Cuántos conocidos tuyos se han muerto pal’ pingo este mes?
-Dos.-Contestó Ger.
-Eso no tiene nada que ver chango.-Levantó la mano mandándolo al carajo.
-Bueno, ¿y en abril?-Juan lo miró a Ger.
-Ninguno.
-Te ha cagado el Gordo, Rusito, aceptálo.-Pablo le palmeó la espalda y todos rieron.
-¡Añoranzas papá!-Gritó Pablo.-Me permite señorita.-Extendió su mano a Fran, quien la tomó delicadamente y comenzaron a bailar.
Cuando salí de Santiago,
todo el camino lloré.
Lloré sin saber por qué;
pero si les aseguro:
que mi corazón es duro,
pero aquel día aflojé.
Juan comenzó a cantar, su sueño era ser cantor peñero, y ya caliente con el whisky cantaba sin importarle la desafinada, ni el ridículo consecuente.
Mañana, cuando me muera,
si alguien se acuerda de mi,
llévenme donde nací,
si quieren darme la gloria
y toquen a mi memoria
la doble que canto aquí.
-Segundita.-Gritó Ger y Fran y Pablo se alejaron, cada uno en su rol.
La primera botella voló vacía al medio de la cancha, y la segunda iba a seguir el mismo destino si no aflojaban la mano, pero no habría problema. Juan extrañaba esas noches ridículas, de amistad adolescente y pura, sin obligación de etiqueta o protocolo, esas noches que hacían pasar el dolor a fuerza de alcohol, risas y boludeces.
-Que cagada que mañana no jugamos.-Dijo con voz entre cortada Pablo.-Le íbamos a romper el orto.
-Si boludo, ¡gracias Ginno!-Levantó su vaso Ger y todos lo imitaron.



Andá a esnobear a la concha de tu hermana Julio jajajajaj