18/9/11

Descartables

El teléfono vibró, era Victoria.
-Hermanito.-Lo saludó.
-Qué haces loca.
-Acá ando.-Suspiró.
-¿Qué te anda pasando?-Peña la conocía, sabia que algo no andaba bien.
-Nada, sigo un poco impresionada por lo de Horacito, no estoy durmiendo bien.
-Es una mierda todo eso, pero el chango se la ha buscado.
-¿Cómo que se la ha buscado?
-Nadie se suicida de dos tiros.
-Pero Horacito ha estado mal siempre, un montón de veces me ha venido llorando y con los problemas con Horacio padre.
-Eso era porque te ha tenido ganas siempre.-Se quejó y tomó un sorbo del vaso de jugo caliente que tenia a su lado.
-Vos has estado celoso de él por eso.
-No tanto…
-¿A no?-Victoria se rió.-Crees que no se que has sido vos con Ger, Pablo y el Ruso los que le han roto el autito que tenia.
Juan se quedó mudo, recordó esa noche de verano cuando volvía con sus amigos después de un partido de fútbol 5 y de tomarse unas cuantas cervezas, y cruzaron el Súper Europa de Horacito estacionado al frente de una casa del barrio Ofempe.
-Ahí esta el que se la coge a la Victoria Gordo.-Le dijo el Ruso.
-Encima la hace arar con la Yani.-Metió púas Ger y todos se rieron.
-Ese culiadito, cae al depto como si nada boludo-Refunfuñó el pequeño Peña ante sus amigos.
-Lo has odiado siempre Juani.-Le dijo Victoria, pero él seguía pateando las anchas calles de tierra del Ofempe unos diez años en el pasado. Caminaron una cuadra más, pasándose la botella descartable de donde tomaban Norte ya casi hervida y mearon detrás del templete de la plaza Evita. Ger cantó alguna canción como lo hacia siempre y el Ruso lo puteó como lo hacia siempre.
-Se está aprovechando que no está mi viejo.-Soltó Juan en voz baja.
Pablo ya andaba detrás de la hermana y comenzaba a odiarlo, por eso propuso cagarlo a palos entre todos.
-Que pingo, nunca hemos peleado bien, le tendríamos que decir a alguno de la Pre que lo agarre.-Ger se sacudió la poronga y la volvió a meter dentro del short.
-Le voy a hacer pingo el 128.
-¡Si culiao!-El Ruso tiró la botella al piso.-Que se cague, ese es un hijo de puta.- El mas precavido había hablado, la cosa no se iba a hacer para atrás.
-¿Y si sale y nos ve?-Se cagó un poco de miedo Ger.
-Lo agarramos entre los cuatro.-Pablo habló despacio, con voz profunda.
Volvieron sobre sus pasos y como pocas veces, Juan iba a la cabeza del grupo, era su hermana a la que se querían mover, era a su departamento en San Miguel al caía con pizza Horacito. Del piso levantó dos piedras mas grandes que un puño, ideales para el laburo. En silencio el Ruso y Ger lo imitaron, Pablo en cambio sacó un llavero de su bolsillo.
-Encima era hermoso el autito, de ahí ya no me ha dado mucha mas bola, bueno, hasta el día que me he casado y me ha hablado por teléfono.-Vic seguía hablando, recordando a su pretendiente recién muerto.-Celeste, había laburado como loco para arreglarlo para correr en el rally.
Los cuatro llegaron hasta el auto, se miraron un segundo y lo rodearon. Peña se recordó a si mismo que él era el hombre de la casa, que tenia que proteger a su familia de pocos, por eso se puso al frente del auto, levantó la mano derecha, siñó los dientes y la soltó. La piedra rebotó contra el parabrisas, casi al mismo tiempo que la de la mano izquierda, las piedras de sus amigos y la carrera de Pablo rayando lo más que podía la pintura celeste metalizada.
-No se nos veían las patas de cómo hemos corrido, pero siempre en Alberdi se termina sabiendo todo.-Le dijo Juan a su hermana.
-Claro, pero bueno, has cumplido con tu misión ¿no?
-Era un cagón.-Los dos se quedaron en silencio un rato.- ¿Querés saber que se?
-Si.
-No se por cual decidirme.-Se rió y volvió a quejarse.
-¿Tan así?
-Si.
-No quiero enterarme entonces, prefiero no darle mas bola al tema.
-Ya está muertito.
-Bueno, por lo menos no le vas a andar rompiendo más los vehículos.