28/11/12

Bazinga


Entro a la oficina de Gómez despues de golpear y abrir la puerta. Todavía no eran las once y en el cuarto, además del aire frío, estaban junto a su jefe, Marcela, Roly y un pizarrón blanco con fotos del cuerpo de Díaz Rey y anotaciones en marcador rojo, al mejor estilo película del FBI o Homeland. Los tres giraron su cabeza hacia la puerta, Marcela inmediatamente volvió a mirar su computadora y Roly lo saludó levantando la mano.
-Buen día.-Dijo Juan.-Pepe, era para preguntarte si necesitabas algo, esta todo re tranquilo.
-No, estamos trabajando en lo de Díaz Rey, pero si no hay nada en lo otro podes irte.-El jefe le descubrió las intenciones ni bien saludó.-Cualquier cosa si entra algo te habla Elvio.
-Joya loco.-Pensó, pero se despidió con un resignado “bueno, hasta mañana”.
Ordenó la mochila a las apuradas, puso el expediente que la fiscalia llevaba sobre el robo del auto, la computadora, el mouse, y sacó los anteojos y se los calzó. Sabía que el inodoro, con su tabla cómoda y sus revistas lo esperaban en casa, así que no pensó mucho. Estaba contento, como cuando en la secundaria tocaban el timbre para irse o en la facultad el profesor los mandaba temprano, y salía apurado, como escapándose, escapándose a su cueva, su casa, su departamento, cualquier lado donde podía estar solo, solo con sus cosas. Bajó rápido por las rampas y salió hacia el estacionamiento aplastado por el sol del medio día.
-Peña.-Escuchó que lo llamaban y agudizó la vista. Era el periodista apoyado otra vez en su camioneta.
-A este le dicen cuando salgo, es uno de adentro.-Pensó.- ¿Cómo te va?
Le contestó y desactivó la alarma de la S-10 y se acercó rápido a la puerta.
-Muy bien, sigo jodiendo con el caso del medico.
-Uff.-Suspiró Juan y tiró la mochila en el lugar del acompañante.
-Podés decirme algo, es extra oficial.
-No loco, no puedo hablar.-Se acomodó frente al volante y se estiró para cerrar la puerta, pero el periodista no lo dejó.
-Dale flaco, estoy en bolas y esto es mi laburo, tirame un centro.
Que le dijeran flaco lo hizo enojar, odiaba que le digan gordo o flaco, el gordo porque era gordo y a ningún gordo le gustaba que le diga así un desconocido y el flaco, era como decirte gordo, nada mas que queriendo quedar bien, tratándote de entrar. Se calentó, apretó el volante caliente por el sol y le pegó una mirada al tipo que se ponía entre él y su casa. Morocho, no muy alto, barbita, anteojos de marco ancho, remera negra con un “Bazinga” en blanco, jeans apretaditos y Jhon Foos. Juan tenia un ojo rápido, como buen criticón, seguramente heredado de sus tías que miraban a la gente de pies a cabeza en un segundo y descifraban la edad de los zapatos, marca de reloj, la mugre de las uñas, los parecidos con algún familiar, enfermedades y miles de cosas mas.
El tipo no le cayó bien, era un hipster intelectualoide, alguien que se afanaba de ser un perdedor sin haber perdido nada, con un conocimiento basado en un titulo en Comunicación Social, leer dos libros de Galeano y estar en contra de todo lo que los otros piensan. No tenía los mismos códigos que sus amigos o sus colegas, y esto lo ponía a la defensiva, más cuando le decían flaco por no decirle gordo. Como pocas veces le entraron ganas de bajarse y pegarle un empujón, cagarlo a piñas o mandarlo a la concha de su hermana, pero el rugbier boludo quedó de lado y actuó civilizadamente.
-Dame permiso por favor.-Agarró la manija e hizo chocar la puerta con la espalda del periodista.
-¿Tienen idea quien lo ha matado?-Comenzó a correrse, Juan solo conestó con una sonrisa detrás de los vidrios verdes de sus gafas y al final pudo cerrar la puerta. Cuando bajó por la Gorena vio por el retrovisor al periodista sacando su Black Berry.
-Seguro que me está puteando por Twitter.




faaa hispters intelectualoides!! jajaja 

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