añonuevo/añoviejo

Añonuevo/añoviejo


Año nuevo, que se me hizo viejo al volver por tus calles. Todo derecho, desde la posada hasta mi casa…
El pavimento sigue siendo el mismo, ni hablar de las cuadras de tierra.
Tus veredas siguen iguales a las que veía. Las mismas esas en los que, lejanas mañanas de vuelta al hogar, mis pasos se contorneaban brutos tratando, en vano, de seguir un patrón rectilíneo. Yo así creía, que terceros transeúntes (quienes quizás conocieranme) no notarían la turbación inducida por el lúpulo y la cebada fermentadas que jodían mis sentidos…asi volvia, caminando ridículamente derecho, por una línea de grises baldosas.
Clásica persecución etílica. Clásica vergüenza y miedo, consecuente masoquismo que nos trae el hacer lo que disfrutamos, y todos ven mal; Ya por su educación cristiana; Ya por el perjuicio a la salud; Ya por la analogía que las borracheras tienen con “violencia”, “fracaso” y “poca cosa”.
Caminaba, antaño, solo y medio frustrado, atacado por amores imposibles, por complejos adolescentes varios o quizás, con un juvenil cargo de conciencia mezclado con los lindos y gratificantes cansancios y los achaques en rodillas, tobillos, hombros y ojos, brotados de la batalla siestera. Si bien rara vez salíamos victoriosos, siempre dábamos pelea y servía, ésta, como exclamación hacia la cerveza desde nuestras jóvenes nueces secas.
Esta mañana volví feliz, ya no era el mismo de antes, aunque soy muy parecido…en añoranzas que hacen escapar una mueca feliz, se convirtieron las frustraciones. La etílica persecución y esa frustración de “no se, por que”, no esta tan a mi lado…
Vuelvo solo como antes, gordo y en pedo (acompañado volví pocas veces, así como creo que nunca fui esbelto)…
Si, la frustración pequeña se me hace esperanza cuando orino el mismo naranjo que orinaba años atrás, y la filosofía corre por dentro mi mente tal como los desechos líquidos corren por dentro de mi sexo…
Esta mañana caminando desde la posada (derecho a mi casa), me acorde de esa escuela, de esa casa vieja, de esa abuela cariñosa, de esa profesora de literatura que tenia tanto afecto hacia mi, y de esa profesora de filosofía a la que le guardaba ese libidinoso y adolescente deseo (deseo que creo que nunca va a desaparecer), y de dos mujeres de las que estaba bien enamorado.
Recordé la excitación que me producía cuando veía una puntita de algo que quizás pueda ser, o decepcionarme y llenarme de odio, cuando descubría que la “puntita” las mujeres la tiran, a veces inconciente mente y sin animus lesivo, u otras veces, de la forma mas conciente y con el animo mas lesivo.
Recordé el doblar en la 25 de mayo, frente a la escuela que educó a padre y tíos, y el abrazar fría y aniñadamente a la que recibía mis besos en sus labios, mi lengua en su boca y mis manos debajo de su falda…al instante recordé el nudo en el estomago en la posada, cuando me contaron que iba a venir, y caminando con mi mirada en la 25 de mayo, mi cabeza se lleno de odio, el menos efectivo y mas usado remedio para olvidar.
El odio está tan grande y bien establecido que se transformo en esperanza al instante…de esperanza de encontrar flores de verdad, y no tomates que lucieran como flores. Quizás esa no respire el mismo aire de mi pueblo, ni la escuela educadora de padre sea la misma que la del suyo…es mas quizás no exista, pero la esperanza nunca se pierde…triste cliché con el que termino estas letras que veo en mi monitor, cíclope y sin sentimiento.

Adolfo.