12/11/08

Tardes campestres

[...]Lloraba sin consuelo mientras la penetraban.
-“Vas a tener un hijo mió, putita.”Los domingos, como la tradición lo indicaba, eran de sexo al aire libre.
-“A mi no me vas a venir con tus pelotudeces, yo te amo y vos te vas a quedar conmigo. ¡No llorés! ¿Te gusta?... ¡Decí que te gusta! ¡Meta!”
-“Si me gusta…me gusta…” Sollozaba apenas.
-“Estoy grande para tus pendejadas ¿Qué pingo te crees? ¿A Buenos Aires? Te ha hecho mal andar con los chetitos. ¡Te he dicho que no llores hija de puta!” La nena obedecía, parada, con el pantalón en los tobillos, la espalda contra un eucalipto y la garganta apretada por el hombro de Beto.
-“Disfruta…Decíme que me amas.” Entre dientes mandaba.
-“Me duele Beto, pará.” Rogaba la esclava.
-“¡Obedecé carajo!” Y el puño le daba un violento beso en la oreja. Caía al piso Emilia. Vejada, con el culo al aire y con las manos en la cara, como queriendo contener el aullido que traducía su pena. El polvo del campo se asentaba por el líquido de su saliva y orina.[...]

no se si lo habia colgado, es lo q hayyyyyyy

adolfo

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