Seguís viendo a los que son tus amigos, como ya dije, y como también ya dije, los otros se convierten en simple conocidos, que ves de tanto en tanto, mejor dicho de tanto en mucho.
Estos reencuentros sirven para ser compañeros otra vez, aunque sea por una sola noche. Sirven para recordar cosas que ahora son anécdotas, para presumir nuestros logros, perdonar cosas y para comenzar a sentirse viejo.
El quincho tenía globos en sus columnas, y la pileta estaba llena: cuando pegue la cerveza todos van a terminar ahí. Con ropa algún amargo que no se quería tirar, las nenas de bikini y seguramente Pablo desnudo. Aunque se bajó del Sandero de la mano de su novia, se iba a portar bien.
Patri, que distinta la Patri, estaba con su marido, el que se mantenía en silencio mientras su señora hablaba con Melina y con Sole.
Nacho, Marce y el Negro estaban parecidos a lo que eran en la secundaria, aunque Marce abrazaba a una chica y Nacho hablaba divertido con el Negro.
Mica seguía chiquita, pero ahora con anteojos. Aquel rubio seguro que era el novio de Chechu. Si, se reía mucho junto a José, se sabía que eran compañeros en la facultad…Uh José. Estaba gordo: unos bermudas anchos, una remera con dibujos de rugby, ojotas y un reloj distinto al que usaba antes.
Luis estaba igual a José, pero servia bebida en los vasos de dos chicas, que se notaba que no eran del pueblo.
Seba mostraba los pelos del pecho por la camisa hindú y se abrazaba con Andi, y ella le presentaba a Andrés, su novio. Seba llamaba a una tímida chica que salía de un auto y la presentaba como su novia.
Paco ya era policía, lo delataba su corte de pelo, y papá, lo delataba la petisita que amantaba al bebé.
Gaby hablaba a los gritos. Como siempre tratando de llamar la atención con pelotudeces (las de siempre).
Nico, en cuero, hacia las hamburguesas mientras Adri le sacaba fotos. Paola lo miraba de lejos a Agustín, y él a ella.
Anita guiaba a un catamarqueño al baño.
No podía ver a los 25 compañeros juntos. Pero seguro que los iba a saludar a todos.
-¡Hola Emi!. Corría hacia ella Chechu ni bien puso un pie fuera del Daihatsu.
-¡Hola mi amor! Abrazaba Emilia a su amiga de la escuela.
-El es mi novio Beto. Beso. Beso. Entraron los tres al quincho, dejando atrás los autos estacionados sobre el pasto recién cortado.
Beto no se despegaba de su chica, la que feliz saludaba e inmediatamente lo presentaba. El daba la mano o un beso (para las nenas).
-El es Luis. Decía a Beto. -El es mi novio. Decía a Luis, y cambiaban el saludo físico.
-Ella es Alejandra y…ella es mi novia. Traía de la mano a su linda enamorada.
-¿Y vos Ale de quien sos novia?. Preguntaba inocente la recién llegada.
-De José, vos debes ser Emilia…. Respondía la coloradita.
-Un gusto…no sabia que José estaba de novio. Fingía sorpresa.
-Eee. ¿Tan poca esperanza me tenés?. Intervenía abrazando a Alejandra por detrás José.
-¡Hola!. Simple y no muy excitado.
Desde el acto de egresados que no hablaban. Pero cada uno sabia de la vida del otro.
-Vos sos…che Emi presentámelo. Exigía todavía atrás de la santiagueña.
-Aaa…Beto. José. Mano estrechada.
-¿Una cerveza? Fernet hay también. Con una sonrisa ofrecía el ex-novio de su novia.
Se reía, era educado, hablaba, abrazaba gente…estaba cambiado desde la secundaria. Emi lo veía lindo otra vez.
El reloj Tissot, el llaverito de Peugeot que le colgaba del bolsillo. Olia a 212, tan lejos del Kevin, del Montreal y del 1.0. Estaba canchero, pero no agrandado. Era agradable. Suelto.
No había mesa a la cual sentarse, solo había una de plástico donde se asentaban los bowls con lechuga y tomate, los condimentos y los platos descartables. El freezer con cinco cajones de helada cerveza y reencuentro.
Entre las charlas y las rizas, una ronda se iba formando en torno a Pablo, Luis, José y dos guitarras. Wau, ahora tocaban la viola. Cuando Emi y Beto se unieron, se despachaban los muchachos con “De mi corazón al Sur” y unas chacareritas alegres. Entre canción y canción, alguien de la ronda tiraba un aro:
-Aro, aro, aro: En la puerta de mi casa, tengo una plantita de pera, preguntále a tu vieja si quiere ser mi suegra. Y las aijunas alegraban todo. Y “Zamba y acuarela” comenzaba a ser cantada, y bailada por Seba y Anita. El zarandeo terminaba y otra vez el aro, aro, aro.
-Antes de ayer pasé por tu casa y me tiraste con una lapicera. Ayer pasé de vuelta y me tiraste un lápiz. Hoy paso de vuelta pa’ve si me tiras la goma.
La cerveza y el estar juntos otra vez los volvía pendejos de dieciséis. La mayoria nunca dejo de serlo, pero lo controlaban. Lo controlaban cuando preparaban un final, cuando hacían pasantitas, pero bien en el fondo, todos eran unos niños.
Emilia lo veía a José, que tomaba cerveza del pico, pasaba la guitarra, cantaba…tan distinto.
El rock se inmiscuía, el Indio prestaba su rock del país, después una muchacha con ojos de papel los ponía hippies, antes de que una nena diga que son las dos, que vallamos todos al boliche. Y así en patota salieron los compañeritos, solo les faltaba el Barilo’ Barilo.
-Hace años que no salgo así. Yo me voy con los chicos. No me voy a ir todavía.
-Hacé lo que quieras pendeja de mierda. Beto se iba a un lado, Emilia al otro.
Los bailes en la tarima, el reggeton, la cerveza que regaba labios y neuronas. Abrazos, bailes coordinados (y no coordinados) y un amigo es una luz, brillando en la oscuridad.
A las 4, el Zar los manda a dormir a algunos, como a la mayoría de las cansadas novias, como la de José, que con un beso y las llaves del 307, marcho a la casa de la suegra. Los chicos se fueron “a hacer el after” en el quincho. Sobraban birras y una pileta sin chapuzones.
La cumbia salía del auto del Negro, Pablo ya se tiraba desnudo a la pileta y lo seguían (con pudoroso bikini) Chechu, Gaby y la novia de Seba.
Luis y José zapaban Floyd ante Agustín, Sole y Emi, y se pasaban un porro que alguien había conseguido por ahí.
-Gordo, Wish You Were Here. Proponía cómplice Luis.
A vivir sueños y dejar de vivir de ellos pensó el gordito de ojotas.
-Bueno querida audiencia, pásenme ese caño, así largamos mas entonados el momento lacrimógeno de la noche. La vista se pone borrosa por un segundo con la seca y los musculos se relajan. Un trago de birra fría para bajar el humo.
-Mi ingles es malo, apenas hablo castellano, pero esta canción es buenísima. “Te Extraño” para algunos, “Quisiera que estuvieras acá’ para otros”.
El punteo hizo cerrar ojos.
So, So you think you can tell Heaven from Hell,blue skies from pain.Can you tell a green field from a cold steel rail?A smile from a veil?Do you think you can tell?And did they get you trade your heroes for ghosts?Hot ashes for trees? Hot air for a cool breeze?Cold comfort for change? And did you exchangea walk on part in the war for a lead role in a cage?How I wish, how I wish you were here.We're just two lost souls swimming in a fish bowl,year after year,running over the same old ground. What have we found?The same old fears,wish you were here.
Emilia no entendió nada, pero José vivía un sueño, y ya que estaba iba a vivirlo del todo. Volvieron al 2004, cuando esa canción no tenía mucho sentido, pero gustaba porque algún día lo tendría. Volvieron tantos kilómetros, tantas noches de estudio interrumpidas para escuchar los cuatro minutos de esta canción, para soñar. Para añorar.
-Mi Caramelo vieja…
Que linda que estás, sos un caramelote veo en el recreo y me vuelvo loco,todas las cosas que me gustan, tienen tu caray espero los asaltos, así juego a la botellita con vos,mi bomboncito.Que excitante que estás, tendrías que saberloesa cola es la manzana más buscada,y esos senos el alimento de mi creación,quisiera arrancarte un día y morirme en un telo con vos...o quizás en un auto.Han pasado cinco años, asumiste las cosashace tiempo que estoy buscando mi verdadero yo,hay una especie de simbiosis, lo dijo mi psicólogaharía bien a la terapia alejarme un tiempo...unos setenta años.Como estás querida tengo esposa e hijosde ves en cuando hablo con ella y hasta hago el amor,no es que quiera molestarte, pero me es imprescindiblesentarme en un café, y soñar un poco...y tal vez amarnos.Y ha pasado mi hora, quién robo mis años,cambio a toda esta familia por un segundo con vos,si te veo ahora, aunque termine en un hospicio,tomo una botella...y juego a la botellita con vos.
Después de jugar a ser Cordera, dejó la viola a un lado, se hundió en la silla, y si bien cambiaría todo por un segundo con ella, todo era distinto. Los kilómetros físicos y los temporales mutan a todos, y una noche por mas decembrina, calida y romántica no cambia las historias. Emilia era pasado para José, José era pasado para Emilia.
Se paró, y sin sacarse remera, celular o billetera, se tiro a la pileta. Las ojotas flotaron a su lado. Emi lo veía. También quiso volver a 5to año. Pero no. Las historias de amor son para canciones, no para la vida.
uno completo q estoy contento jajajXD
31/5/09
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2 comentarios:
Impresionante relato, algunas partes me hicieron recordar mi reunión con los de mi colegio por los 5 años de egresados el año pasado... Una historia %100 realista. Lo único que lamento es que nosotros no teníamos porro, pero si un poco más de Sui Generis(vos viste como es ésto), jaja.
Un abrazo.
yo la tengo este año jaja espero q haya porro y pink floyd, aunq seguro q hay damas gratis y norte jajaja igualllllll vamo los pibesssss
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